… pero Dios es la definición del amor. Sin Él, el amor no existe (Juan 3:16; 1 Juan 4:8-10). El amor bíblico (gr. ágape) es activo, pero desinteresado. Aunque ilustrado más gráfica y completamente en el amor de Dios por nosotros, el amor ágape también es el modelo de Dios para nuestro amor por Él (1 Juan 4:19) y para nuestro amor mutuo (Efesios 5:25; 1 Pedro 1:22). Su base es la entrega sacrificial, activa y deliberada de Dios de Su Hijo para nuestra redención. Ser amado por Dios significa que Él ha puesto Su mirada en nosotros y nos corteja activamente hacia Él en todo momento. - Thomas Nelson / La Biblia de Estudio De La Mujer
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"Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros". - Juan 13:34 (NVI)
Nuestro Padre Celestial nos ha confiado su amor. De muchas maneras nos ha mostrado y confiado su amor entre estas su más preciado tesoro; la vida y sangre derramada por su hijo Jesus Cristo en la cruz. A través del sacrificio de su hijo Jesús se nos ha confiado nuestra vida, la de los demás, y cada uno de muchos dones distintos.
En lo más profundo de nuestra existencia, nos encontramos acunados en las manos amorosas de nuestro Creador. Dios, en su infinita sabiduría y amor sin límites, nos ha confiado el precioso don de la vida. Con cada latido de nuestro corazón, se nos recuerda el privilegio y la responsabilidad que tenemos como administradores de esta confianza divina.
En el centro mismo de la naturaleza de Dios está el amor. Es Él la abreviación del amor perfecto y, a través de Su Hijo Jesucristo, reveló la plenitud de Su amor a la humanidad. Jesús, en Su acto de sacrificio en la cruz, no solo pagó el precio de nuestros pecados, sino que también demostró la profundidad del amor de Dios por nosotros.
A través de su sacrificio, Jesús nos ha confiado una misión, una misión de amarnos unos a otros como Él nos ha amado. Este mandato no es una mera sugerencia, sino un llamado que configura la esencia misma de nuestra vida. El amor de Dios, abundantemente derramado sobre nosotros, nos impulsa a extender ese amor a quienes nos rodean.
A medida que viajamos por la vida, nos encontramos con personas de todos los ámbitos de la vida, cada una con sus propias cargas, alegrías y luchas. Es precisamente en estos encuentros que se nos da la oportunidad de ser vasijas del amor de Dios. Se nos ha confiado la tarea de reflejar Su amor, compasión y gracia en cada interacción.
Sin embargo, Dios no nos envía a esta misión sin estar equipados. Nos ha dejado preciosos dones, uno de los cuales es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo mora dentro de nosotros, guiándonos, empoderándonos y transformándonos para amar como Cristo ama. Es a través de la presencia del Espíritu Santo que nuestro amor se vuelve desinteresado, sacrificial e incondicional.
En este viaje de amor, podemos encontrar desafíos, decepciones y momentos en los que parece difícil extender el amor. Pero es durante esos tiempos que podemos confiar en la fuerza y la guía del Espíritu Santo. Podemos confiar en la fidelidad de Dios y sacar agua de su fuente de amor sin fin.
Recordemos hoy la gran confianza que Dios ha puesto en nosotros: amarnos unos a otros como Cristo nos ha amado. Que nuestro corazón se goce de gratitud por la confianza que Él nos ha dado y que abracemos fielmente la misión de amor que nos ha sido encomendada.
Oración:
Padre Celestial, gracias por confiarnos el don de la vida y el llamado a amar a los demás como Tú nos has amado. Ayúdanos a ser fieles administradores de esta confianza, apoyándonos en el poder del Espíritu Santo para guiar nuestros pasos. Llénanos con Tu amor y compasión, para que podamos reflejar Tu gracia a todos los que encontramos. En el nombre de Jesús, amén.
Estephanie Guillen-Garde
Asistente de CEO, We of More Inc.
Líder del Equipo de Comunicaciones.
Líder del Equipo de Asociaciones con Propósito.